¿Por qué cuidar nuestro patrimonio audiovisual?

Daniel Cabrera

El cine nació hace poco más de cien años, en un pequeño café de Paris, en donde los hermanos Lumière presentaban ante un número desconocido de espectadores una serie de cortometrajes; poco se sabe del contexto de aquella noche donde el cinematógrafo (invento de los Lumière) fue presentado al mundo, sin embargo, se dice que el impacto que tuvo “La llegada del tren” causó conmoción entre el público, provocando que algunos espectadores salieran despavoridos de la proyección; quizá fue la perspectiva desde donde los Lumière capturaron el arribo del tren a la estación, o la incredulidad de ver por vez primera la realidad vuelta imagen en movimiento lo que ocasionó esa reacción entre los asistentes a la proyección.

Durante los primeros años de vida del cinematógrafo, los Lumière se encargaron de que su invento llegara a todo el mundo, a través de sus representantes que lo mismo filmaban los momentos más importantes de la visita del Zar a Rusia, que al mandatario mexicano Porfirio Díaz montando a caballo por el Bosque de Chapultepec. Por aquellos años el cinematógrafo era comparado apenas con un espectáculo circense, sin un lenguaje propio y similar al teatro en cuanto a representación de la vida.

Tendrían que pasar poco más de veinte años de su nacimiento para que el cine desarrollara su propio lenguaje gracias a la aportación de diferentes realizadores cinematográficos como D. W. Griffith, Edwin S. Porter, Georges Méliès, Sergei Einsentein, y el resto de cineastas de la escuela de Cine Soviético, quienes sentaron las bases del nuevo medio y permitieron que el cine pasará de ser concebido como un espectáculo de entretenimiento a una manifestación artística.

Gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, no solo se incorporó el sonido o el color al cine, sino también se aperturó la puerta a la democratización del medio en conjunto con la llegada de la televisión; lo que permitió nacieran nuevos formatos, entre ellos el formato super-8, un formato pensado para el uso doméstico, para capturar los momentos familiares más importantes, para resguardar la memoria familiar y social; momentos que no volverán.

 

La década de los 60’s fue testigo del nacimiento de la memoria audiovisual.

 

En la actualidad gracias al maestro y director de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (fiaf), Ray Edmonson, sabemos que el patrimonio audiovisual abarca toda una serie de materiales visuales, sonoros y audiovisuales entre los que destacan:

  • Las grabaciones sonoras, radiofónicas, cinematográficas, de televisión, en video y otras producciones que incluyen imágenes en movimiento y/o grabaciones sonoras, estén o no destinadas principalmente a la difusión pública.
  • Los objetos, materiales, obras y elementos inmateriales relacionados con los documentos audiovisuales, desde los puntos de vista técnico, industrial, cultural, histórico u otro; comprenden los materiales relacionados con las industrias cinematográfica, radiotelevisiva y de grabación, como las publicaciones, los guiones, las fotografías, los carteles, los materiales publicitarios, los manuscritos y creaciones diversas entre las que se cuentan los vestuarios y el equipo técnico.
  • Conceptos como la perpetuación de técnicas y entornos caídos en desuso asociados con la reproducción y presentación de esos medios.
  • Material no literario o gráfico, como fotografías, mapas, manuscritos, diapositivas y otras obras visuales.

Siendo la imagen en movimiento el motor del patrimonio audiovisual, sin limitarse a ella ni a los diferentes formatos a través de los cuales ha sido capturada; en la actualidad vivimos presos de la imagen a través de los diferentes medios de comunicación masiva, las nuevas tecnologías, la internet, y las plataformas de streaming, que llegaron para hacernos más amena la estancia en casa durante la pandemia.

Por ello, es importante revalorizar el papel que tiene el patrimonio audiovisual en el resguardo de la memoria colectiva, es a través de este que podemos atestiguar momentos trascendentales en la historia humana, desde conflictos bélicos, sociales o políticos, hasta entender el contexto social en el que se desarrollaban las relaciones humanas en la década de los 50 por ejemplo.

Sin duda el principal aporte del patrimonio audiovisual al mundo, es la conservación cultural; al igual que los museos, los archivos digitales buscan conservar y preservar el material audiovisual que recopila el desarrollo individual y social del ser humano.

La imagen es un bien valioso, que nos permite acercarnos a la identidad y contexto de una comunidad, una ciudad, un país o el mundo entero, es la mirada que documenta la vida misma, a través de la ficción o el documental reconstruye la realidad mediante el encuadre; “…Viejo muere el cine pero renace cada día” (Infante, 1997).

 

 

Referencias:

Edmonson, R. (2008). Filosofía y principios de los archivos audiovisuales. CONACULTA.

Infante, G. C. (1997). Cine o sardina. Santillana.